viernes, 11 de enero de 2008

Reflexión en la montaña

Siempre he pensado que pagarle 5 lucas por una promo al viejo que estaciona autos en frente del casino es una wea estúpida de curaos, que no entienden que a las 5:30 de la mañana el carrete ya ha sido suficiente.

Pero nunca antes pensé que valía tanto la pena pagar 12 lucas (entre tres) por un ron de mala muerte. Y aunque terminó saliendo gratis (es imposible no poder aplicar "el cuento del tío" aun en los lugares más recónditos) debo reconocer que estuve a punto de hacerlo. No porque sea un alcohólico, sino más bien porque se te llega a calentar tanto el hocico cuando sabes que en un villorrio de cien habitantes se está subastando una botella de alcohol, quizás la única que se pueda adquirir en días. Y no has bebido una sola gota... sin embargo te seduce la idea que puedes tener una placentera borrachera que te ahorrará una noche completa de interrogantes, empezando por cuestionarte el haber aceptado un trabajo semi-bien pagado en un lugar donde no hay bares, karaokes, botillerías, amigos, polola o familia, elementos esenciales en la vida que normalmente llevas.

El alcohol aquí es más que un bien preciado: vale más que cualquier cosa. La bebida no importa, es como si no existiera, porque si hay una palabra desconocida en este lugar, ésa sería "promo". Generalmente se toma "puritano", "tal como el artesano la echó al envase". Y nadie le hace desaires, porque el alcohol recibe cierta adoración por parte de esta masa de gente, que busca olvidar o al menos disimular toda clase de remembranzas, sabiendo que cada vez falta menos para los 23 días de trabajo y por fin salir del cautiverio.

Por aquellos días era Nochebuena y Año Nuevo. A nadie parece importarle mucho. Sólo quieren asegurarse que en la festividad no falte lo esencial para "pasar por alto" que hay un sinnúmero de abrazos que no darán. Pero entre todos se hacen compañía, porque aquí la mayoría parecen ser buenas personas. Casi no he sabido de peleas y pelambres, pero siempre están los envidiosos, explotadores, energúmenos, competitivos y demases que puedes encontrar en una empresa. Los de la ciudad venimos a comtaminar un poco este pacífico ambiente, porque aquí hay un mundo completamente al que está allá afuera, del que tú lector estás participando.

xoxo